Ninguna persona en este mundo carece de poder. Todo el que ha venido a esta tierra ha sido favorecido con alguna cantidad de poder.
Estamos caminando, hablando, condenando, chismeando… estamos perdiendo nuestro tiempo. Cuando llega el momento de trabajar, algunas personas dicen que no poseen la capacidad para llevar a cabo la labor.
Pero para hacer acciones carentes de valor, demuestran tener mucho poder. Cualquiera sea el poder que ustedes tengan, deben utilizarlo al máximo.
Estén seguros de que si aplican su poder para trabajos buenos y aún necesitan más, el Señor les dará lo que necesitan.
Todos los poderes provienen de Dios, ya sean físicos, mentales o espirituales.
El Señor otorga estos poderes a quienes están comprometidos en el bienestar de los demás y realizando actos de benevolencia; no tienen que pedir poderes. Deben dejarle esto al Señor.
Del discurso «Iis’t’a y Adarsha»